La tranquila conciencia de estar preocupados

«Se veía que las personas que encontraba por el camino soportaban preocupaciones pero, al mismo tiempo, también parecían tranquilas. El comisario hacía poco caso de la obvia contradicción, el hecho de no poder explicar con palabras lo que percibía no significaba que no lo sintiese, que no lo percibiese por el sentir. Ese hombre y esa mujer que van ahí, por ejemplo, se ve que se gustan, que se quieren bien, que se aman, se ve que son felices, ahora mismo están sonriendo, y, con todo, no sólo están preocupados, sino que además, apetece decirlo así, tienen la tranquila y clara conciencia de eso».

—José Saramago, Ensayo sobre la lucidez, Debolsillo, p. 308